Autocuidado y amor propio

La Piel: Espejo de Nuestra Conexión Emocional

Desde la bioneuroemoción, la piel no es solo el órgano más grande y sensible de nuestro cuerpo, sino también un espejo de nuestra vida emocional. Es el órgano que nos conecta tanto con nosotros mismos como con los demás. Cada síntoma que aparece en nuestra piel nos está enviando un mensaje sobre una separación real o simbólica que estamos viviendo, ya sea interna o externa.

Es muy común que nos hayamos desconectado de nosotros mismos al dedicar demasiado tiempo a los demás y muy poco a nuestro propio cuidado. Esta desconexión se refleja en nuestra piel, que clama por atención y cuidado. En este sentido, es fundamental recordar que somos una unidad de cuerpo, mente y espíritu, y que el autocuidado es esencial para mantener el equilibrio entre estos aspectos.

El Autocuidado y la Reprogramación Celular

Para restaurar esta conexión, es crucial dedicar tiempo y atención a nuestro propio bienestar. Conectar con la armonía de nuestros sentidos, especialmente el olfato y el tacto, puede crear nuevos circuitos neuronales en nuestro cerebro que fomenten el autocuidado y el amor propio. Este proceso no solo beneficia nuestra mente y espíritu, sino que también tiene un impacto directo en nuestra piel, ayudándola a reprogramarse y sanar.

Cuando sufrimos una separación real con otra persona, nuestra piel puede reaccionar con síntomas de estrés. Esto ocurre porque las caricias y el contacto físico que solíamos recibir de esa persona ya no están presentes, y nuestra piel siente esa ausencia de manera aguda. Si este es tu caso, es un claro indicativo de que es hora de volcar toda esa atención y cariño hacia ti mismo. Nunca es tarde para comenzar a darte el afecto que has estado ofreciendo a los demás.

La Relación Primordial con Mamá y su Impacto en la Piel

Desde la sintomatología, otra interpretación relevante de los problemas de piel es la relación que tuvimos con nuestra madre. La piel es nuestro primer punto de contacto con el mundo exterior y, después de nacer, el primer contacto significativo es con mamá. Si ella nos brindó cuidados básicos junto con caricias y afecto, nuestra piel lo refleja. Este vínculo inicial establece patrones que pueden perdurar en nuestra vida adulta.

Sin embargo, como adultos, tenemos la capacidad de tomar el control de nuestro autocuidado. Podemos recrear esas caricias y ese afecto por nosotros mismos, nutriendo nuestra piel y, por ende, nuestro bienestar emocional. Hablarle a nuestro cuerpo y a nuestra piel, reconociendo sus necesidades y respondiendo con amor y cuidado, es una poderosa práctica de sanación.

En conclusión, la piel es un órgano que refleja nuestras emociones más profundas y nuestras experiencias de conexión y separación. Al dedicarnos tiempo y cuidado, estimulando nuestros sentidos y cultivando el amor propio, podemos transformar la reprogramación celular de nuestra piel de una marcada por la separación a una fundamentada en el amor y el autocuidado.

Lic. Beatriz Navarro Marcuzzi
Formadora en Bioneuroemoción
Mail: navarrobeatrizen@gmail.com
Cel: 3436224156

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